Wednesday, December 20, 2006

Despertar dormido.

Un impertinente alarido le hizo remecer su cama despertándolo de súbito. Un hombre vomitaba dolor y desesperación.
El recién madrugado se levantó raudamente. Se dirigió a la ventana de su cuarto que daba a la calle.
Antes de poder visualizar alguna silueta escuchó ¿llanto de guagua o maullidos gatunos? Junto a espeluznantes quejidos masculinos. Eran las seis treinta y seis de la madrugada según su reloj que estaba adelantado cinco minutos como forma de autoengaño conciente para llegar sin retrasos a las citas que se le presentasen.
La realidad de las imágenes y sonidos se confundían con el mundo onírico y sus borrosos límites.

El hombre de la calle vestía una camisa blanca impecable, un pantalón negro muy bien planchado y un calzado oscuro bien lustrado y brilloso.
El automóvil que piloteaba se situaba en medio de la calle con su puerta delantera izquierda completamente abierta en ángulo recto y el motor andando. El supuesto piloto se hallaba en la vereda, cerca del auto; parado y con un gato arañándole tenazmente el brazo izquierdo. El observador estaba extrañado; le pareció estar viendo una escena del teatro del absurdo, tal vez una idea de Kusturica para su próxima película.
-“que chiste”, hablaba y reía disfrutando de la función callejera.
El arañado sujeto se quejaba cuan infante en situación de reprimenda intentando arrancar esa garrapata de seis kilos afiatada a su bracito de oficinista.
Al espectador le causaba mucha gracia que el sujeto gritara tan efusivamente, sin inhibiciones, como lo hacen los alharacos niñitos fifí extremadamente mimados; hijos únicos, malcriados con cuidados intensivos y sobre protectores.
-“¿le dolerá el brazo o la camisa Z.R.W?”, se decía entre risas el somnoliento jovenzuelo.
-“Este debe venir del motel o de alguna farrita; que suertudo, toparse con otra gatita por el camino jejejejeje.
-“¿creias que te hacía falta una manito de gato?” jejejejejeje.

Finalmente se logra zafar del trepador animal, se sube al automóvil, cierra fuertemente la puerta y se marcha pisando a fondo el acelerador.
El felino cojea desguañangado.
El muchacho ya no tiene qué observar.
-“Las cosas que pasan a esta hora en la T.V calle (mira el reloj. Las seis cuarenta y un minutos). Veamos que pasa con T.V Morfeo.”